miércoles, 20 de mayo de 2015

Dioses

Creo en el pan con manteca, en el mate con yuyitos y en los ojos de mi mamá. Creo en la respiración de un bebé contra mi pecho, en las alas de los pajaritos y en las panaderías que tienen abejas en los aparadores.
Creo en la teoría de mi abuelo de que la tostada cae del lado del dulce porque la mesa no es tan alta, sino daría la vuelta entera.
Creo en los edificios viejos, en los días de lluvia, en los árboles que dan flores. Creo en la luna y los planetas, en la profe de matemáticas que siempre nos decía: Toro sentado ver salir sol, cinta!.
Creo en las pecas de mi hermana y de mi mejor amiga, en el café con leche y en las hamacas de la plaza.
El pelo despeinado de mi mejor amiga te hace creer en él, creo en la luz de los semáforos y olor del pasto recién cortado.
Creo en las cosas viejas, en los libros manchados y con olor a guardado, creo en las fotos y en la casa de mi abuela.
Creo en las canchas de fútbol, en las camisetas de fútbol, y en la fé de tantos hinchas.
Creo en los legüetazos de mi perro, en las canciones que toca mi primo en la guitarra y en las listas de cosas que tengo que hacer.
Creo en el olorcito alibertar que entra por la ventana del auto cuando vas a 120 en la ruta, creo en mis memorias y recuerdos, creo en los blues y las canciones de amor.
Creo en el felices para siempre, en la sonrisa de mi hermano y en las pequeñas tradiciones de mi familia.
¿Cómo no creer en un termo y un mate que te acompañan en las tardes de estudio? ¿En las medialunas con jamón y queso? ¿En los lunares de mi piel?
Creo en las grandes personas, Daniel Salzano, Patricia la portera, la hermana Flavia, el Caballo y mi abuelo Gringo.
Creo en las letras y en las palabras, en los punto y coma, creo en las pastillitas de sacarina que comía cuando era chica.
Soy fiel creyente de la casita de madera que estaba en el patio de la casa de mis abuelos, en mis primeras zapatillas de danza, en la magia de los teatros y en los escenarios.
Creo en hadas, duendes, espíritus y en los bichitos de luz, creo en lo bueno y lo malo, en la tierra y el sol, en las tortas de barro y en los limones con azúcar que nos preparaba mi abuela.
Creo en los zoquetes y en los nombres para perros, Cúal, Jueves, Praliné, Frambuesa, Coquena, creo en el corcho de la sidra Tunuyán, en las maquinas de escribir y en las tortillas que hace mi abuela.
¿Quién no cree en el arroz con leche? ¿En manejar un domingo? ¿En besar con los ojos cerrados?
Creo en el olor a resina de las zapatillas de danza, el lapiz de labio rojo y las luces del escenario en los festivales.
Creo en los viajes en colectivo, en la tierrita que queda en las mochilas cuando las vacías, creo en el lunar que tiene mi hermano debajo del ojo derecho, como mi mejor amiga.
Todas estas cosas eran, son y serán, el muy famoso Dios mío.

Creo en vos y en la inspiración que me das, DS, gracias.-
Jouper.-

jueves, 14 de mayo de 2015

Carta abierta a los fantasmas ll

Que difícil no sentirte culpable luego de cada bocado, es penoso el estar midiendo las calorías del plato, horrible no poder dejar de mirarte en un espejo sin sentir que eres un gran error compuesto de errores mas pequeños.
Mi nariz es preciosa, pero mis cachetes son gigantes. Mis ojos son enormer pero no lucen gracias a las ojeras, tengo un lindo color de pelo, pero esta todo quebradizo y débil, mi cuerpo es un completo desastre, muslos gigantes, ni hablar del vientre, y además padezco de frío crónico todo el día, parece que nunca pudiera entrar en calor.
Estoy haciendo un esfuerzo enorme por sacarme las voces de la cabeza, aun no entiendo porque ni los cuerpos de revista me parecen delgados, ya no quiero esta tortura en mi, pero me sigue costando el sentarme a la mesa.
Soy un trapito delgado y feo, con muchos huequitos, arrugado y gris, ya no quiero ser así, pero algo adentro de mi no me permite soltarlo.-
Jouper.-