domingo, 10 de abril de 2016

Basta. Por. Favor.

No quiero más mentiras, no más falsedades, no quiero más caretas bonitas sobre malas caras.
No quiero más palabras vacías, faltas de significado.
No quiero más puñetazos disfrazados de caricia.
Me cansé de tantas promesas que no van a ser cumplidas.
Me cansé de historias repetidas, de tanta igualdad instaurada en las acciones.
No soporto volver a escuchar un 'no fue nada', porque si fue, porque si es, porque va a seguir siendo.
Porque no es que yo no quiera confiar, es que me despedazan la confianza, es que me quiebran ilusiones, es que me desbaratan esperanzas.
No se trata de un ''porque si'', se trata de una desvalorización de la persona, que es mucho más profunda y peligrosa.
No es un grito de dolor, es un sonido ahogado de socorro, de desesperación, de auxilio.
Es un tremendo y contundente BASTA POR FAVOR!
¿Hasta cuándo? hasta cuándo los engaños, hasta cuándo actuar a espaldas, hasta cuándo las palabras disfrazadas, los dolores, las mentiras.
Hasta cuándo las lágrimas, las desilusiones, los fracasos repetidos. BASTA, basta por favor, basta, estoy cansada, yo intento y aguanto, soporto, sigo, pero ya no quiero seguir por o para esto, no quiero encontrar lo mismo otra vez; porque no lo merezco, porque ya no lo aguanto, porque no lo elijo ni lo quiero, porque ya no lo acepto, lo condeno.
BASTA.
Jouper.-

martes, 5 de abril de 2016

La casa de las puertas cerradas

En esta casa no existía un aroma particular, se dice que cuando una casa es hogar tiene un olorcito especial, pero para llegar a ese lugar, debe haber amor, unión y sentido familiar. En esta casa no había casi nada de eso y lo poco que había estaba tieso, amontonado en rincon, esperando un corazón.
Era la casa de las puertas cerradas, porque nadie compartía nada, todo se hacía a solas. Cada uno comía a la hora que quería, tras la puerta de su habitación. Cada uno leía encerrado en un balcón. Cada uno cantaba o tocaba un instrumento, encerrado en el salón. Cuando alguien lloraba se encerraba en el tocador. Si estaba feliz festejaba cerrando la puerta de la terraza y así se cerraban todas las puertas de la casa. No se sabe cuantas personas vivían allí, pues cada uno cerraba la puerta tras de sí, no importaba si era para dormir, comer o escribir, si lo hacía para llorar o sonreír.
El problema de esta gran casa, es que muchos saltaban de la terraza, porque no solo cerraban las puertas para estudiar, si no que se encerraban en ellos mismos para callar. Y como sabe el mundo entero, las palabras calladas son veneno, si una vez no pudieron salir, algún día acabarán con tu existir.
Si vas a cerrar la puerta que sea para dormir, pero ábrela cada día para vivir, para hablar y decir.
Porque en una casa de puertas cerradas y bocas calladas, hay mala jornada, que hace sufrir hasta el punto de morir. Y, además, no hay nada mas bonito que el decir.
Jouper.-