martes, 14 de agosto de 2018

Cuando estoy triste

Cuando estoy triste veo todo en blanco y negro, como si la vida se tiñese de gris, como si fuese un día lluvioso aunque el sol brille sobre mí.
Cuando estoy triste respiro melancolía, hago todo lento y me pesa cada movimiento.
Cuando estoy triste me gusta quedarme en la cama, o me cuesta salir de ahí, veo muchas películas y tomo incontables tazas de té.
A veces leo libros que me hacen bien o a veces solamente los abrazo contra mi pecho, quizás imaginando que el autor es quien me está abrazando.
Cuando estoy triste escucho música triste, no para sentirme mejor, sino para ponerle nombre a lo que siento.
Cuando estoy triste me vuelvo pequeñita en tamaño y edad, necesito atención y cariño y me aislo mucho cuando no me lo dan o cuando me dan de más.
Cuando estoy triste escribo, si te lo preguntas, si, estoy triste ahora mismo, seguramente lo adivinas.
Cuando estoy triste respiro profundo, olfateo los libros y el té y me salen suspiros no sé de dónde ni por qué.
Cuando estoy triste me encuentro poco, porque siento que soy mas una persona feliz, pero aún así disfruto está tristeza, porque también es parte de mi.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Me provocas

Me provocas mirarte, me provocas sentirte, conocerte, me provocas saberte.
Me provocas escribirte y llenar renglones hablando de esos detalles que me encantan. Me provoca tu pelo, me provoca tu piel, me provoca tu mirada, como me provoca tu mirada.
Me provoca tu boca, tus besos, tu amor. Me provoca tu espalda y tu pecho y como te mordes el labio si lo beso.
Me provoca como cerras los ojos si te acaricio despacio, como concentrado en ese punto en donde tú piel y la mía se están rozando.
Me provocan tus ganas incontenibles de hacerme tuya, me provocan tus pucheros y tu pelo callendo sobre tus ojasos marrones. Me provoca como me ves, como me lees, como sabes exacto en donde tocarme y como, cuando decirme algo y qué decir.
Me provoca como me pones la piel y el estómago cuando me decís hermosa, cuando me besas el cuello.
Me provoca que me digas que sos mío. Me provoca que me provoques y que no lo hagas. Me provoca lo bien que me haces y lo asustada que me tenés al respecto. Me provoca tu ternura, tus formas, tus gestos.
Todo vos me provoca, todo vos me haces bien, todo vos es lo que quiero justo ahora.

Principito

Su piel blanca y su pelo oscuro, contraste de amor en mi cama. Sus ojos me miran, entre mechones rebeldes que no se quieren acomodar, su mano baja lentamente por mi cintura proclamando territorio descubierto por él, sus labios con suavidad me acarician y me florecen internamente.
¿En qué momento me pasó él? ¿Cuándo fue que el camino me lo puso en frente?
Cierra los ojos cuando le hago un mimo y presiento que se entrega a esa sensación nueva y desconocida que recorre su piel. Apenas si vuelve la vista y me dedica esa sonrisa que dice mucho más que cualquier palabra. Inevitablemente sonrió. Inevitable. Me vuelve loca cuando me dice así, 'nena, sos inevitable', me pone loca cuando me dice nena. Me pone loca.
¿Qué hacer con una piel así cuando el corazón aún sangra?
Lo cierto es que no tengo muy claro que hacer cuando me levanto, pero sé que al acostarme lo quiero acá, quizás las cosas no estén del todo definidas ahora, pero me gusta desdibujarme en él y en su mirada. No sé que viene por delante para mí, pero espero que él esté, de mañana en mi cama, con sus ojitos achinados de recién levantado y su media sonrisa cuando escucha mis 'buen día'.