jueves, 10 de noviembre de 2016

Carta abierta a la tristeza.

Sé que estás ahí, te siento. Todo el tiempo sé que estás ahí, cuando duermo, cuando trabajo, cuando leo, cuando salgo con amigos, cuando almuerzo en familia, cuando estoy sola, cuando me río, cuando me aburro, cuando lloro, cuando sueño, cuando escribo; nunca dejo de sentir que estás ahí.
Es curioso, no sabía que podía llegar a ser así, el sentir algo tan presente, tan constante, por tanto tiempo, la sensación de que siempre está, de que quizá nunca se vaya a ir.
No importa lo que haga en el día, no importa si prestó atención o no, no importa, sólo se que está, no me ha dejado ni un solo segundo, tampoco lo hará. No importa si se camufla con otra cosa, aunque parezca que por un momento a desaparecido, en realidad, ahí está, no se fue, se escondió, pero no te dejó.
No es tarea fácil, pero ya hasta me estoy acostumbrando a llevarla conmigo, sé que va a calmar su presencia con el tiempo y dejar de zumbarme en los oídos, sé que va a adormecerse pero que se quedará conmigo.
Ay tristeza, que complicada eres, como un peso muerto, me mueres, te anidas, me carcomes el pecho, pero también se que si no te atravieso, te llevaré siempre conmigo, intensa y ardiente, dolorosa y grave, aguda y doliente.
No te llenes de ilusión, no siempre voy a ser tu nido, el tiempo y la razón se van a encargar de mi, ambos son capaces de sanar el corazón, confío en eso.
Mientras tanto, fiel compañera, te llevo en el pecho, te cargo en la espalda, te derramó a lagrimones y voy limpiandote un poquito, no te aferres demasiado, esto también va a pasar.-

Jouper.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario